Namasté ser abundante.

Una creencia limitante que está presente en todas las culturas, naciones, géneros, estratos socioeconómicos y geográficos es que es más sagrada tu parte espiritual que tu parte material. De alguna forma, hemos aprendido a rechazar a nuestro cuerpo y todo lo que implique la vida material porque creemos que lo único “bueno” o “sagrado” es lo que no se ve…

De ahí vienen tantas culpas por tener éxito material, vergüenza por prosperar y la siempre inútil sensación de que no somos merecedores de lo que tenemos o dignos de materializar algo.

Uff. Todas estas son trampas del ego, estrategias de control y generadores de miedo que no sirven de absolutamente nada.

Ya sabes que mi camino se ha dado mucho a través de linajes hinduistas y yóguicos…  y hoy te quiero compartir sobre Anahata chakra, tu centro energético del plexo cardíaco.

Esta rueda energética, también conocido como chakra corazón es el puente entre tu materialidad y tu espiritualidad. Los primeros centros están enfocados en la supervivencia, la sensualidad y el poder personal. Tienen que ver con lo que nos arraiga a la tierra y a la vida encarnada. Los últimos 3 chakras están relacionados a lo sutil, lo etéreo, como la co-creación, intuición y fe.

Ambos polos de nuestra experiencia (material y espiritual) se fusionan y balancean en tu corazón. Somos seres espirituales en una experiencia encarnada. Esto quiere decir que nuestra alma está experimentando una forma de vida desde un cuerpo físico y si no cuidamos a este cuerpo, se nos muerte y por tanto, nuestra alma no puede seguir experimentando lo que esta vida en particular le iba a ofrecer en términos de vivencias.

Anahata chakra es el lugar en donde se ama, desde donde conectas con tu niña interior y mediante el cual, puedes permitirte disfrutar de tu vida (a través de saberte una con tu Divinidad) y continuar co-creando tus experiencias en conciencia.

Su representación gráfica, o yantra, es un loto de 12 pétalos con dos triángulos superpuestos intersectándose. Un triángulo tiene la punta hacia abajo, simbolizando a la energía femenina (como una matriz) que se arraiga a la tierra a través de la acción. Es la energía que recibe, administra y mueve a lo que se manifiesta. El otro triángulo tiene la punta hacia arriba, simbolizando a la energía masculina (como un falo) que se ancla al cielo a través de la esencia. Es la energía que provee, intuye y piensa a lo que se va a manifestar.

Tener una vida en equilibrio, implica honrar a ambas energías, pues negar o invalidar a alguna, equivale a rechazar una parte de ti y de tu vida.

¿Te das cuenta?

Es igual de sagrado lo femenino que lo masculino; lo que está arriba y lo que está abajo; lo que recibe y lo que da.

Es hora de soltar cualquier creencia limitante y permitirte contactar con ambas dimensiones tuyas. La Divinidad está en todo y por tanto, la encuentras tanto en tu espiritualidad, como en tu materialidad.

¿Qué te pareció este blog? ¿De qué te diste cuenta? ¿Qué confirmaste? ¿Qué reflexionaste? Cuéntamelo en los comentarios. Será un honor aprender de ti. Ya sabes que leeré todos los comentarios y responderé algunos.

Recuerda, eres luz y amor. Eres abundancia. Elige experimentarla en todas las áreas de tu vida.

Con todo mi amor,

Andrea de la Mora