Siempre había pensado -y dicho- que los temblores no me asustaban. Como habitante de la ciudad de México, te acostumbras porque te acostumbras. De acuerdo a un programa que vi en el canal National Geographic, las 3 ciudades en las que más tiembla del mundo son Tokio, Santiago y México…

Antes de salir de viaje, Omar me dijo que hacía tiempo que no había un temblor fuertecito. “Es verdad. -le dije -el último que recuerdo Tomate tenía como un año y un par de meses.” (Tomate tiene ahora dos años, dos meses).

En ese momento, pensé: “Querida Madre Tierra, si te vas a mover, hazlo mientras estamos de viaje.” Y es que aunque uno se acostumbra a la sacudida, viviendo en la colonia Roma los edificios se mueven peor…

La ciudad de México está construida sobre una superficie acuosa. Cuando los aztecas se asentaron aquí, eligieron este lugar porque cumplía con la canalización que hicieron del Dios Huitzilopochtli que les había dicho que deberían buscar el lugar en donde encontraran a un águila sobre un nopal, devorando a una serpiente y ahí fundar Tenochtitlán, su ciudad . -Si eres extranjero y no te sabías esta historia, ya sabes por qué nuestra bandera tiene este símbolo-. Y Tenochtitlán, la ciudad más grande del mundo en ese entonces, era como una especie de Venecia, llena de canales y chinampas. ¿Quién tuvo el ideón de entubar el agua y construir arriba? Los queridos españoles conquistadores y más adelante los ya mexicanos.

 

Así que cuando hay un sismo, tenemos el plus de que el agua de la superficie nos pone más movida la cosa. Total que nos fuimos de viaje Omar y yo y tres semanas después, justo a punto de abordar el avión de San Francisco hacia CDMX, nos llega la alerta de un sismo de 8.2 grados que acababa de cimbrar nuestro pueblo.

“Uts. Se debe haber sentido ho rri ble en el depa”- le dije a Omar.

La ciudad de México salió intacta, pero Oaxaca y Chiapas, dos estados riquísimos en recursos naturales, tradición y cultura, pero muy pobres en recursos económicos y atención federal, salieron muy lastimados.

Los días pasaron como de costumbre. Contesta correos, graba vlogs, prepara la gaceta…  Llegó el martes 19 de septiembre, una fecha que resuena en el corazón de los chilangos porque en 1985, un sismo de 7.9 grados tiró la ciudad y dejó la cifra no oficial de diez mil muertos.

Todos los años desde 1985, el 19 de septiembre se hace un simulacro –lo cual nos hace pensar mucho en la ley de atracción- para conmemorar a las personas que fallecieron  y prevenir / saber qué hacer en caso de otro terremoto. Sonó la alerta sísmica y elegí no bajar pues quería terminar de editar unos vídeos antes de la hora del almuerzo. Me encontraba sentada en el comedor, con las piernas recogidas en la banca y sin zapatos. Estaba yo feliz porque había terminado de grabar unos videos y cuando cumplo con metas me pongo contenta.

 

Como a las dos horas, sentí un jalón que venía del piso, volteé a ver las llaves que están colgadas en la pared para distinguir si notaba algún movimiento. Y es que ya te decía que la zona centro de la ciudad se mueve mucho, incluso cuando no tiembla. El simple hecho de que pase un camión de Coca Cola, hace que el edificio tiemble un poquito. Tenemos una alarma sísmica, la cual comienza a sonar en cuanto detecta un sismo mayor, me parece, a 5.0 grados. Esto nos da alrededor de 60 segundos para evacuar el lugar en donde nos encontremos.

Pero este movimiento fue diferente. No escuché la alarma sísmica, y aún así comencé a sentir que el corazón se me aceleraba, “Está temblando.” pensé en voz alta y me levanté en seguida para avisarle a Omar, quien estaba impartiendo una sesión de coaching a distancia en la habitación de al lado.

Entré abriendo bruscamente la puerta y le dije con voz firme: “Está temblando.” Él, que estaba meditando con su consultante me volteó a ver y se llevó las manos a la boca, haciéndome un gesto de silencio.

Dejé la puerta abierta y el sismo comenzó a arreciar. “Ya no da tiempo de bajar por las escaleras” pensé- -“Es lo primero que se cae.”- y entonces me encontré descalza tratando de caminar hacia el marco de la puerta del baño, pero el movimiento era tan fuerte que no me pude sostener de pie. Tomate se acercó a mí y yo lo agarré con todas mis fuerzas mientras me encorvaba.

 

Volteé a ver nuestra bolsa de sismos la cual estaba colgada junto a la puerta de entrada. Esa bolsa tiene un radio de pilas, una linterna, identificaciones y dinero. Quería acercarme a tomarla, cuando me escuché gritando como en una película de terror. El temblor se hacía cada vez más fuerte y de pronto las cosas comenzaron a caerse. No me podía mover de donde estaba. Entonces me agaché protegiendo a Tomate y bajé mi cabeza mientras veía cómo todo se caía frente a mí.

Los adornos, libros y lámparas fueron los primeros. Yo seguía apretando a Tomate y noté cómo su cuerpo temblaba, no sabía si él estaba impactado por lo que estaba pasando o estaba notando mi miedo. Junto a la puerta del baño está nuestro altar, y las velas, inciensario y el florero fueron cayendo uno a uno. “Amor, ¡está fuertísimo!”- grité.

Escuché a Omar diciéndome algo así como “Calma”, pero en ese momento yo ya estaba más alterada que tranquila, me había subido al tren del pánico y ya no había forma de bajar. Volteé hacia la izquierda y noté como la cajonera de nuestra recámara, -un mueble de madera maciza- se volteó tirando la televisión, los adornos, mientras los cajones se volteaban. Luego escuché el timbre que hacen los teléfonos cuando se va la luz.

Cuando estás viviendo un temblor, a pesar de que todo sucede relativamente rápido y digo relativo porque un minuto puede sentirse como 15 y dos minutos representan una destrucción masiva; una de las cosas que más impactan (por lo menos a mí) son los sonidos. Es rarísimo explicarlo, pero el edificio cruje, escuchas que los vidrios se rompen, pero también hay un silencio sombrío. No sé cómo describirlo, pues es una contradicción, pero así se escucha: la confusión de la alerta sísmica, con las paredes que crujen, los vidrios que se rompen y un menudo silencio que ensordece y asusta aún más.

En algún momento levanté la mirada y lo que fueron muebles cayéndose, los percibí como paredes. “Hoy me voy a morir. Y ésta es la forma.” fue lo que pensé. Ya he vivido sismos muy fuertes (incluido el de 1985) y en este departamento me han tocado varios, y ha sido la primera vez en que en verdad siento peligro de muerte. De hecho, ha sido la primera vez en mi vida en que siento que puedo morir en ese momento. Comencé a mantralizar Om Gam Ganapathaye Namahá en la mente, el mantra de mi amado Ganesh, de quien soy devota. Libéranos de estos obstáculos. La imagen de Jesús que tenemos en el altar se volteó y sentí que me miró. Cerré los ojos, bajé la cabeza. Apreté a Tomate aún más y comencé a sentir cómo la intensidad por fin comenzaba a bajar.

Mi corazón seguía latiendo a mil por hora y pude notar cómo cada vez que exhalaba por la nariz estaba despidiendo un olor a adrenalina. Omar salió de la habitación. Observamos el departamento. Todo desordenado, roto, en el suelo…

Tomamos los teléfonos, la correa de Tomate y abrimos la puerta. Las escaleras seguían ahí. Comenzamos a bajarlas una por una, con cuidado. Las piernas me temblaban como si hubiera corrido el medio maratón.

Llegamos a la calle. Ahí se encontraban todos nuestros vecinos. “¿Por qué no bajaron?”- me preguntó uno de ellos. “No nos dio tiempo, se volvió muy fuerte muy rápido.”- le contesté. Saludamos a un par de vecinos cuando gente del edificio de al lado comenzaron a gritar:  “¡Gas! ¡Fuga de gas! ¡Aléjense!”. Inhalé y por supuesto sentí cómo el olor a gas entraba a mi aparato respiratorio.

Comenzamos a caminar a paso veloz hacia la siguiente cuadra. Todos estábamos asustados. Vecinos y transeúntes comenzábamos a reconocer lo que había pasado. De pronto, escuchamos una explosión muy fuerte. No alcanzábamos a ver nada. No teníamos señal de celular, ni luz, ni internet.

El teléfono de uno de mis vecinos sí tenía señal y comenzó a mostrarnos imágenes de lo que había sucedido. “Se cayeron varios edificios.” – dijo.

“¿Qué? ¿Cómo así? ¿En dónde?”- le preguntamos. “En la Condesa, en la misma Roma.” Y es que estos dos barrios vecinos, preferidos de los turistas y no turistas, son de lo más lindo de la ciudad, pero también de lo más vulnerable. No sólo es el piso acuoso, sino que muchos son edificios muy viejos.

Supimos que la explosión que habíamos escuchado había sucedido a pocas cuadras. Como a la media hora, decidimos regresar al apartamento. Tomamos carteras, linternas y nuestros walkie talkies. Yo me cambié de zapatos y bajamos para irnos hacia la Condesa y ayudar en lo que se pudiera.

La ciudad era un caos. No había luz -ni semáforos-, la gente caminaba por las calles. Muchos de los edificios cercanos tenían cachos de pared en el piso, vidrios rotos, fachadas destruidas. La gente estaba desencajada, asustada, triste.

Llegamos al primer edificio colapsado. Tristeza. Incertidumbre. Solidaridad. Esperanza. Como siempre, ante la adversidad de los fenómenos naturales, los mexicanos sabemos ayudar y fluir. Sacamos lo mejor de nosotros y nos entregamos sin condiciones a los demás. Aceptamos ayuda de los extranjeros, nos organizamos, nos comunicamos. Mi oración es que no necesitemos de estos eventos para reconocernos como uno y que la compasión y solidaridad que hemos demostrado en estos días, prevalezca después de la emergencia. Depende de nosotros y de nuestra disposición por seguir sirviendo al Universo todos los días. Somos Uno.

Volver al apartamento ha sido un reto. Ese día regresó la luz hasta las 4.30 am y puedo asegurar que ha sido la peor noche de mi vida. Desarrollé una especie de “oído biónico” que hizo que escuchara hasta el más mínimo sonido y, obviamente, cada ruido despertaba en mí ansiedad. Mi estrés post traumático se ha ido sanando con el paso de los días. Ya puedo escuchar más sonidos sin acelerarme y aunque me sigue pasando, sé que se irá.

El impacto que genera notar que las calles por donde transitas todos los días están derruidas es espantoso. Te invade una sensación de luto, de dolor profundo. Pensar que tus vecinos han perdido todo, que tus amigos quedaron sin hogar, que gente cercana a ti perdió a algún ser querido. Nada será igual. Estoy segura que a todos los que vivimos esta experiencia nos quedará una cicatriz en el corazón. Sin embargo, también estoy segura que, como todas las cicatrices de la vida; ésta nos hará más fuertes. Nos ayudará a recordar cosas que habíamos olvidado. Nos asistirá en trascender.

La Roma y la Condesa no fueron las únicas colonias afectadas.  Aunque las cifras de destrucción no han sido cercanas a lo que vivimos en 1985, hay miles de personas que perdieron a sus seres queridos, que se quedaron sin casa ni pertenencias y que siguen esperando nuestra ayuda.

Ahora, nos queda seguir ayudando, reconstruir lo caído, sanar los corazones y recordar con amor a los que ya no están aquí. La vida sabe seguir su curso y la Madre Tierra seguirá desintoxicándose y sanándose. Al final de esta publicación te comparto tips y afirmaciones para sanar, meditaciones para la ansiedad, unos videos para que compartas con tus hijos si están asustados, y formas de donar y ayudar incluso si te encuentras fuera de México.

Imagen de Alejandro Velázquez

Ya lo decía en mis redes sociales, pero voy a volverlo a escribir aquí:

Queridos míos:

Estoy conmovida por la cantidad de comentarios, correos, mensajes y whatsapps que han llegado desde el sismo del 19 de septiembre preguntando cómo estamos, ofreciendo sus oraciones y brindando ayuda. Me encuentro profundamente agradecida por contar con su apoyo, me hacen sentir muy acompañada.

Han sido días muy duros, en donde la mezcla de tristeza, esperanza, ansiedad, confusión e impotencia se ha hecho muy presente en mi corazón. Por momentos me siento conmovida y en otros apanicada.

Mis oraciones están con todas las personas que han perdido a algún ser querido. Qué Arcángel Azrael les dé consuelo y Arcángel Miguel les asista en contactar con la fortaleza y la certeza de que detrás de esto, también hay un plan divino -y por tanto, sabio-.

También oro por los que han perdido sus hogares y pertenencias. Pido que Arcángel Ariel los asista en manifestar nuevamente sus bienes. Hecho está.

Ha sido hermoso atestiguar la labor de los millones de personas que se han unido a las brigadas de voluntarios que, junto con los topos, el resto de los equipos gubernamentales, así como la ayuda que ha llegado desde Japón, Israel, Chile, España, El Salvador, Ecuador, Guatemala, Canadá, E.U. y otros países, han trabajado sin parar y en donde la mínima esperanza de vida impulsa el servicio incondicional, la fortaleza y el amor con el que están ofreciendo sus labores. Esto ha sido un testimonio de la solidaridad y la compasión de la que es capaz el ser humano. Los admiro a todos y me siento orgullosa de compartir el planeta con personas que son capaces de dar tanto sin pedir algo a cambio. Que todo esto que hacen les regrese multiplicado en bendiciones infinitas. Amén.

Mis oraciones y pensamientos están con todos nosotros y también con nuestros hermanos en Puerto Rico, Dominica y el resto del Caribe que fueron afectados por el huracán María. La Tierra nos está mandando mensajes bien contundentes y confío en que estamos escuchándolos con atención.

Mi oración es que el ser humano continúe elevando su conciencia, responsabilizándose de su realidad, contribuyendo con sus hermanos y vibrando en amor. Así sea. Y así es. Hecho está.

Por lo pronto, les dejo esta imagen de OMar Velázquez ॐ
acompañada de un texto de mi amada Louise Hay con polvito mágico que nos ayude a sanar.

“En la infinitud de la vida donde me encuentro, todo es perfecto, completo y entero, y sin embargo, la vida cambia siempre. No hay comienzo ni hay final; sólo un reciclar constante de la sustancia y las experiencias. La vida jamás se atasca, ni se inmoviliza ni se enrancia, pues cada momento es siempre nuevo y fresco. Soy Una(o) con el mismo Poder que me ha creado, y que me ha dado el poder de crear mis propias circunstancias. Me regocija saber que tengo el poder para usar mi mente tal como yo decida. Cada momento de la vida es un comienzo nuevo que nos aparta de lo viejo y éste momento es un nuevo comienzo para mí, aquí y ahora. Todo está bien en mi mundo.”

Así sea. Y así es.

Con todo mi amor,

Andrea de la Mora

¿Cómo puedo donar a los damnificados y brigadistas de ambos sismos?

4 tips para contactar con la paz interior:

a) Respira. Cuando detectes que estás sintiendo ansiedad, lleva tu atención a inhalar y exhalar. Inhala profundo y exhala lento y suave. Nota las sensaciones que hay en tu cuerpo cada vez que respiras con conciencia.

b) Atiende tus sentidos. Si tu mente te está contando historias de terror sobre el futuro o se está lamentando por el pasado, ancla tu atención en lo que ves, hueles, percibes, escuchas y saboreas. Los sentidos perciben el presente y ahí, no hay sufrimiento.

c) Conecta con el amor. Ten a la mano (tu móvil es un gran lugar) fotografías de tus seres queridos. Al sentirte estresada(o) mira esas fotos y deliberadamente conecta con situaciones que te hacen sentir amor. Donde hay amor, no hay miedo.

d) Pide ayuda. Ve con un profesional (psicoterapeuta, coach, tanatólogo, terapeuta holístico) que te ayude a sanar. Pide ayuda a tus guías y a tu Divinidad a través de la oración o cualquier práctica espiritual que resuene contigo.

¿Cómo puedo sobrellevar el estrés y ansiedad provocada

por el sismo u otra situación en mi vida?

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¿Cómo trato con mis hijos este tipo de situaciones?

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61 Comments

  1. Lucy

    M duele q hayas vivido eso. Doy gracias q estamos vivos. Bendiciones mil, especialmente a Tomate.

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  2. Mary Carmen Rosas

    Hola hermosa !
    Te leo desde hace años y lo sabes pero sin duda ha sido para mí el mejor blog que has escrito. He percibido tantas y tantas enseñanzas valiosisimas en cada línea que has escrito. Lo estaba esperando sin duda. Leerte bajo el cristal de tanta destrucción de tanto dolor porque aunque no estuve ahí, lloré y lloré por ti, y por todos aquellos que tuvieron que vivir este trance. Te abrazo y te bendigo y te honro porque sigues al pie del cañón dándonos couching de vida. De todo, para todo y a pesar de todo. Olé como dices tú . Te mando un abrazo inmenso con todo mi cariño querida Andrea 🙏🏼. Que Dios y Los Angeles te cuiden, te protejan y te libren de todos los peligros. Hecho está 😘

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