Namasté querido ser en Luz.
Ya han pasado las fiestas decembrinas y con ellas, la época de brindis, comidas, chocolates y roscas. Es entonces, cuando volteamos a vernos y recapitulamos un aumento considerable en nuestra forma y cantidad de alimentarnos, ¿cierto?
Sólo dejé de ir una semana al gimnasio, pero en definitiva, le entré con alegría a la comedera. El domingo en la noche estaba viendo la tele con Omar y no pude evitar notar en mí una lonjita más ancha de lo normal. En seguida me vino a la mente el recuento de calorías ingeridas durante las últimas semanas. 
Oh Dios. 
Mi ego, el cual es un ente creativo, tortuoso y molestón, en seguida tuvo tema de conversación. -“Claro, todo el trabajo del año se fue a la basura.”- me decía tratando de llamar mi atención. -“Ahora no sólo vas a tener que correr; si no te pones a dieta, no vas a bajar nunca. Y acuérdate, bajar de peso ya no es igual de fácil con la edad.”-
Uts.
Dejé de ponerle atención al programa de la tele y volteé a ver mi cuerpo. Efectivamente, me siento como con 2 ó 3 kilos de más. 

Image by Pautang

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En ese momento tuve la inmensa Gracia de orar. Verás, orgullosamente puedo decir que era muy común que cuando el ego me empezaba a torturar yo me enganchaba con su conversación y comenzaba a sentir angustia. Empezaba a pensar que nunca más iba a volver a estar en mi peso. Que nunca más iba a encontrar pareja. Que la chequera no iba a volver a tener fondos. Lo que fuera el tema de conversación del día. Porque eso hace el ego, por lo menos el mío. Me dice que nunca más, que ya se me fue el tren, que lo que quería lograr ya no se podrá, nunca. 

Entonces el domingo que en vez de engancharme comencé a orar, me relajó y sentí paz. En seguida sentí cómo el Universo me abrazaba y me llenaba de confort y amor. Volví a voltear a verme y me vi con amor. Agradecí a mi cuerpo haber aguantado el montón de compromisos. Disfruté recordar lo delicioso que había comido, lo bien que la había pasado. Me sentí feliz.
El lunes, cuando retomé la rutina de mis actividades diarias, estaba energetizada. Con ganas de comer bien, de correr, de yoguear… pero no porque no me gusta mi cuerpo, sino porque, como lo amo, quiero regalarle estas actividades que sé que le gustan y que le hacen bien.
Así que esta semana, mi invitación es a que ames tu cuerpo. 
Te comparto 6 tips:
  1. Cuando veas a tu cuerpo al espejo, dile lo hermoso que es. 
  2. Al bañarte, enjabona tus piernas, caderas, abdomen y brazos con amor. 
  3. Elige alimentos naturales y orgánicos al comer.
  4. Toma mucha agua. 
  5. Abrázate y piropéate. Mírate al espejo y dite ¡guapa! (o ¡guapo!) 
  6. Afirma. Te comparto unas afirmaciones que  me encantan:
  • Amo a mi cuerpo. 
  • Es un placer vivir en mi cuerpo. 
  • Me encanta verme al espejo. 
  • Mi alimentación apoya el amor que me tengo. 
  • Es un placer hacer ejercicio todos los días. 
  • Bendigo con amor cada alimento que como. 
Después de leer la publicación, por favor comenta qué otras formas encuentras para aceptar a tu cuerpo y tratarlo con amor.
Espero que esto te dé mucha luz.
Recuerda, eres luz, amor y abundancia. ¡Elige experimentarlas en todas las áreas de tu vida!
Nos leemos el miércoles que viene, mientras tanto, te mando un abrazo de ensalada de espinacas.
Te amo con todo mi corazón,
Andrea de la Mora