Namasté ser de abundancia.

Sigo basando los blogs de abundancia en las sugerencias que me mandaron a finales del año pasado.

Por tanto, te voy a hablar sobre el proceso de desarrollo humano – espiritual y sus “efectos secundarios”.

He notado que frecuentemente creemos el mito que dice que cuando comienzas a contactar con tu espiritualidad -recuerda que no es que alguien sea más o menos espiritual, sino que ya somos y siempre hemos sido espirituales, lo que hacemos es contactar con esa dimensión nuestra- automáticamente tu vida se arregla y nunca más sientes emociones que te disgustan, ni experimentas situaciones que te saquen de tu centro.

Esto es falso. Somos seres afectables y la vida va de experimentar el infinito abanico de posibilidades en tus vivencias. Si bien es cierto que algunas nos gustan más que otras, todas las experiencias son sagradamente neutras.

Entonces, es común que tú comiences a sentirte más en paz y que por ley de atracción, jales hacia ti vivencias conectadas a la abundancia, más que a la carencia.

Esto ocasiona que tus círculos sociales se ajusten, que notes más claramente aspectos de tu sombra que antes no veías y que haya movimientos pequeños y grandes en varias áreas de tu vida.

Es normal. Tu frecuencia vibratoria está cambiando -quiero hacer hincapié en que cambia neutralmente, es el ego el que la califica como mejor o peor-  y eso genera ajustes energéticos.

Así que si tu contacto contigo está haciéndote sentir ese movimiento, regresa a ti, a acepta con compasión lo que sientes, sigue haciendo práctica y confía en tu Divinidad.

Hay una guía detrás en todo lo que vives y siempre es en tu más alto bien.

Vas tú, por favor compárteme qué te vino como reflexión. ¿Qué pudiste detectar en tus emociones, tus pensamiento o incluso en un recuerdo, después de leer este blog. Como siempre, leeré todos los comentarios y retroalimentaré algunos.

Espero que te de mucha luz.

Recuerda, eres luz y amor. Eres abundancia. Elige experimentarla en todas las áreas de tu vida.

Con todo mi amor,

Andrea de la Mora