Namasté querido ser de luz.  

Cuando tenía 15 años, mi mejor amigo me llevó a un ashram en la ciudad de México a un intensivo de Siddha yoga conocido como Shaktipat. Yo no sabía nada en ese entonces de la meditación o el yoga, así que fui completamente en blanco.  Sólo sabía que confiaba plenamente en mi amigo y que si él me estaba invitando, valdría la pena ir ese fin de semana.

Bastó con que me quitara los zapatos y diera el primero paso dentro del salón para que reconociera lo familiar que me resultaba ese nuevo mundo. El olor a incienso. Los altares. La música. Tuve una especie de déjâ vu en donde parecía que todo eso era parte de mi vida cotidiana.

Fue mi primer contacto con la práctica formal de meditación y yoga. Y a partir de ese día, la práctica espiritual ha sido fundamental en mi rutina cotidiana.

Luego te cuento bien toda la historia, por lo pronto, quise contextualizarte cómo conocí a Shiva, la manifestación divina de la transformación. Su energía está presente en la experiencia humana – universal en los ciclos y patrones de muerte – vida – muerte.

Lo vemos en las estaciones del año, los ciclos menstruales, los nacimientos y fallecimientos, así como en todos y cada uno de los cambios que naturalmente experimentamos en nuestra vivencia encarnada.

Hoy quise contarte sobre su energía, pues es uno de mis aliados de vida. Convoco la energía de Shiva en mi vida, de la misma forma en que invito a los ángeles o a Maestros como Yeshua. Mi vida es más rica a través de su visión y mi experiencia prospera a través de comprender este aspecto de Dios. ¡Cómo no iba a compartirte de su energía si ha sido fundamental en mi manifestación de abundancia! Después de que veas el vlog, por favor compárteme si ya lo conocías y en caso de que sí, cuéntame alguna experiencia con Él. Será un placer leerte y conocer tu visión. Ya sabes que leeré todos los comentarios y retroalimentaré algunos.

Y recuerda, eres luz y amor. Eres abundancia. Elige experimentarla en todas las áreas de tu vida.

Abrazo de yoga para ti.

Saprema,

Andrea ❤