Namasté querido compañero de abundancia.

En el blog de hoy te quiero hablar de la naturaleza, su poder y su humildad y cómo todo esto, es una muestra de abundancia. Este es un fragmento de mi diario, así que verás que está escrito con otro estilo.

[Y para contextualizarte] Como sabes, (y si no sabes es porque no estás suscrito a mi gaceta gratuita así que clica aquí para que te llegue cada semana con tips para que manifiestes abundancia en tu vida) Omar y yo realizamos un peregrinaje por el noroeste del continente americano hace un par de semanas.

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La primera etapa de nuestra travesía, sucedió en Oregón, EUA, en donde tuvimos la bendición de presenciar el eclipse total del 21 de agosto de 2017.

Como estábamos en Portland y ahí no había totalidad, el 21 de agosto nos levantamos súper temprano y tomamos la carretera hacia Salem, la capital del estado, que está como a 40 minutos hacia el sur.

Íbamos muy entusiasmados. Llevábamos los lentes para poder ver el Sol desde México y un día antes compramos algunos snacks para la carretera.

Cuando llegamos a la ciudad, elegimos establecernos en el “Riverfront City Park”, un parque en la zona central de la ciudad, que está justo frente al río Willamette. El parque estaba preparado para recibir muchos visitantes, pusieron un montón de baños portátiles, había una carpa de atención médica y la policía rondaba a los asistentes asegurándose de que todos tuvieran lentes especiales y que los usaran para no arriesgarse a dañar su vista.

Omar -como buen director de cine- tiene una app que muestra dónde estará el Sol (y la luz) en cada momento del día, entonces elegimos el spot perfecto para instalar las cámaras y alistar sus disparadores automáticos.

Esperamos dos horas, tomando el sol, comiendo nuestros snacks y observando cómo el corazón se iba acelerando conforme se acercaba la hora de comienzo del eclipse. La emoción de toda la gente que nos encontrábamos ahí, se sentía vibrante y nuestra expectativa estaba vuelta loca.

Estar ahí esperando a presenciar este fenómeno de la naturaleza me puso a pensar en lo humilde que es ésta… El Sol, la Luna, los árboles, los ríos, el cielo… todo es magníficamente grande, bellísimo y abundante en todos los sentidos de la palabra. Todas son expresiones de Dios. Y al igual que la Divinidad, están bien con el anonimato. No requieren tener cuentas de instagram con millones de seguidores para sentirse bien sobre ellos mismos. No rechazan su manifestación física (cuerpo), ni tratan de cambiarse a sí mismos porque no cumplen con los parámetros del status quo. Estábamos ahí, esperando el momento en que la Luna tomara protagonismo y se colocara justo frente al Sol y ninguno de los dos necesitó publicidad ni llamar la atención de alguna forma. La naturaleza es discreta.

Incluso cuando comenzó el eclipse éramos nosotros, los que estábamos haciendo un big deal de esto. Volteé a ver a los asistentes y prácticamente todos estábamos con nuestras cámaras o nuestros teléfonos publicando imágenes, asegurándonos de compartir en redes sociales la afortunada ubicación que comprobaba nuestra cercanía y vista privilegiada del evento.

Pensé- “Cómo necesitamos reafirmarnos todo el tiempo. Es increíble que aquí está la Luna frente al Sol y no hayan hecho ni pío y nosotros necesitemos todo el tiempo ser vistos, nos valoramos de acuerdo a logros materiales o académicos que nos hacen sentirnos pertenecientes y a veces hasta un poco superiores. Incluso aquí esta el astro más grande para nosotros. El responsable de que haya vida en nuestro planeta y está siendo opacado por un satélite, mientras lo deja ser. No está peleado con esto. El Sol no requiere sobresalir y permite que la Luna tenga su momento.” -Suspiré asombrada de la humildad de la Madre Tierra y el Universo.- “De hecho, la mayoría de los días damos por hecho la presencia de los astros. Pueden pasar semanas sin que volteemos al cielo o reconozcamos el sonido de los pájaros trinando en el árbol de la cuadra. Qué importante es aprender del mundo natural. Tiene tanto por enseñarnos. Nos muestra el camino de la rendición. De la confianza absoluta en los ciclos y de su total certeza de que las cosas son como deben ser y están donde deben estar. Se saben y reconocen como seres de poder, de luz y de amor y por tanto, viven en plenitud, aceptando los acontecimientos cósmicos como son.

No hay rechazo, pues no están categorizando como bueno o malo todo lo que experimentan. Simplemente fluyen con lo que es, con lo que hay. Y por eso, reflejan tanta paz y al observarlos deliberadamente, los seres humanos nos contagiamos de esperanza, dicha y completitud.”-

La luz comenzó a cambiar y, a pesar de que era como si estuviera anocheciendo, el reflejo era distinto. No lo reconocí como la luz del alba, ni del atardecer. Tenía una temperatura distinta, una forma de manifestarse extraña y al mismo tiempo, familiar.  Los pájaros regresaron a sus nidos. Comenzó a hacer frío.

De pronto, la gente comenzó a gritar tal como lo hace una audiencia emocionada en un concierto de su rockero favorito. Me quité los lentes, y ahí estaba. La Luna llena y opaca, mostrando la sombra, el lado que muchas veces no queremos ver ni trabajar de nosotros mismos. Era imposible ignorarla, pues junto con su obscuridad, el firmamento se puso negro. Las estrellas se veían claramente y me invadió la sensación mística y certera de estar presenciando algo importante, algo Divino.

Comencé a temblar de la emoción. Se me hizo un nudo en la garganta. Y ahí, el majestuoso Sol, se hacía para atrás para mostrarnos lo que no vemos normalmente. Podía verse un halo de luz que rodeaba a la luna y la envolvía en su Verdad. Puede creer no tener luz propia, pero sin duda, la Luna sabe bien reflejar la luz solar. En ese halo de luz, se notaban unas pequeñas venas de obscuridad, recordándome la inminencia del balance. No todo es tan obscuro y tampoco todo es tan claro. En esa dualidad hay equilibrio. Al igual que la Luna, muchas veces no reconocemos nuestra propia luz y buscamos reflectores artificiales que nos hagan sentir valorados. Pero en esencia, somos manifestaciones divinas, tal como esta Luna y este Sol. ¿Qué nos diferencia? Que ellos se SABEN en Presencia y nosotros lo hemos olvidado.

[Esta es una foto de la foto que sacó Omar del momento de la totalidad]

En ese momento me sentí amada. “-El Universo me ama.” -pensé. Y después de un largo suspiro, la Luna siguió su trayecto y bastó con que se moviera un milímetro en mi perspectiva, para que nuevamente, todo se alumbrara, era imposible ver al Sol nuevamente, así que tomé mis lentes miré hacia arriba y contemplé en el desapego.

Todo sucedió muy rápido. La totalidad fue de un minuto y no necesité más para saberme valorada por Dios, reconocer su sabiduría, comprender la transmutación del cosmos y agradecer estar viva. La naturaleza es discreta, humilde y poderosa. Y, ¿sabes qué? Tú lo eres también.

Namasté.

[Después de que lo leas, por favor cuéntame tus reflexiones. Ya sabes que leeré todos los comentarios y responderé algunos. Recuerda, eres luz y amor. Eres abundancia. Elige experimentarla en todas las áreas de tu vida.

Saprema,

Andrea de la Mora  ]